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    Un filoso machete

     En una plantación de caña de azúcar en el Municipio de Tamazula, Jalisco trabajaban entre otros sembradores y cortadores Gonzalo Huerta y Humberto Morales, ambos compadres.

     El corte de la caña se hacia a machete, las labores de trabajo eran muy duras; un sol inclemente, unas horas de trabajo entre diez y once horas diarias, muy duro físicamente. Se pagaba a destajo, así que se trabajaba muy intensamente; el riesgo de herirse con el machete era alto. Al final de la diaria jornada el cansancio físico era lo que predominaba en el ánimo de los trabajadores.

     Como la paga era a destajo quien más caña cortaba mas dinero ganaba.

    Se daba el caso entre los dos compadres que Gonzalo ganaba más dinero que Humberto en el mismo turno de trabajo. El rendimiento a destajo de Gonzalo era mayor.

     Un día Humberto le comenta a su esposa Carmen:

    –       Fíjate Carmelita que mi compadre Gonzalo gana más que yo trabajando el mismo turno…

    –       No lo creo Humberto, si tú trabajas muy duro.

    –       Pues inexplicable, pero así es.

     Pasado algún tiempo Carmelita se encontró casualmente con Adriana la esposa de Gonzalo y después de un cariñoso saludo:

    – Comadrita me dice Humberto que Gonzalo su esposo trabajando el mismo turno en el corte de la caña gana más que Humberto mi esposo. ¿Será cierto?

    –       Mire Carmelita le platico: Todos los días cuando Gonzalo llega a la casa después del trabajo toma la piedra de esmeril y se dedica un rato a afilar su machete; así con el machete bien afilado se va a trabajar al día siguiente.

     Ya en el avanzado atardecer Humberto llega a casa…

    Carmelita su esposa le comenta:

    – Fíjate que me encontré con Adriana la mujer de Gonzalo, le pregunté que como le hacia Gonzalo para ser mas productivo en su trabajo…

    –       Me platicó que Gonzalo con una piedra de esmeril, afila todos los días su machete un rato todas las tardes…

    –       Si ya ni me digas más, le contesta Humberto casi enojado.

    –       Mujer,

    –       ¿No te das cuenta que trabajo mucho todo el día?

    –       Si pero, empezó Carmelita.

    –       Entiende mujer que yo no tengo tiempo de afilar.

     Deseando que esta anécdota resulte útil.

     Nissim Mansur T./ Abril 6/13 / mansurnissim@gmail.com

         * Nissim Mansur es colaborador, entre otros medios, de diariojudio.com, sitio de Internet en el que lo conocí por primera vez hace unos meses y que desde entonces tiene la cortesía de mandarme periódicamente sus «líneas de fuerza» que me «obligan» a meditar en sus acertadas observaciones.

    Nota: La historia del “filoso –afilado- machete” es una versión de otra mucho más antigua que le leí a H. N. Casson hace ya muchos años y que recientemente popularizó Stephen Covey en su libro “Los siete hábitos de la gente eficaz”. Además casi estoy seguro de haber leído un viejo cuento sufí con la misma idea, aunque esto no puedo recordarlo bien. Pero poco importa ahora su fuente, su antigüedad o su membrecía… no importa, lo que importa es la sabiduría de sus líneas: La preparación para hacer el trabajo facilita y mejora la labor posterior.

    Este antiguo consejo resulta hoy sorprendentemente moderno, pues toda la formación profesional actual radica en la adquisición de habilidades, destrezas o competencias que el trabajador debe adquirir para desempeñar posteriormente, su labor con eficacia.

     ¡Gracias por recordárnoslo, Nissim!

    Miguel Villarroya Martín / Arroyo de la Vega / Madrid / España / LdF.041

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