Comentarios recientes

    Categorías

    Categorías

    No a una economía de la exclusión

    El Papa Francisco acaba de dar a luz una exhortación pastoral denominada EVANGELII GAUDIUM (La alegría del Evangelio) que algunos consideran que se trata de la hoja de ruta de su pontificado: “Es necesaria una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están”. El Papa anuncia una “reforma de las estructuras” de la Iglesia y “una conversión del papado” para que sea “más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle”. Hay una frase, muy del estilo Bergoglio, que resume muy bien el espíritu de los tiempos que vienen: “Prefiero una Iglesia herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos”. (1)

    Y aunque el documento trata de un aspecto básico: la remodelación necesaria de la vida religiosa actual, la situación del mundo actual en su aspecto “económico” también es tratado en él. Y, según yo creo, estas referencias de su texto a la situación económica y social es lo que está teniendo una gran repercusión en los medios. “No es función del Papa ofrecer un análisis detallado y completo sobre la realidad contemporánea, pero aliento a todas las comunidades a una «siempre vigilante capacidad de estudiar los signos de los tiempos». Se trata de una responsabilidad grave, ya que algunas realidades del presente, si no son bien resueltas, pueden desencadenar procesos de deshumanización difíciles de revertir más adelante…” (2), y a eso dedica los párrafos siguientes.

    Véase por ejemplo, en la parte titulada: Algunos desafíos del mundo actual, lo siguiente:

    53. Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes».

     54. En este contexto, algunos todavía defienden las teorías del «derrame», que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera. (2) (3) (4)

    Amén. Y no solo por convicción religiosa sino, sobre todo, por convicción intelectual, pues, efectivamente, esas palabras del Papa Francisco se ajustan a la terrible sociedad del 1%-99% que estamos padeciendo.

    Notas:

    (1) El papa Francisco: “La economía de la exclusión y la inequidad mata”. Léase completa en: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/11/26/actualidad/1385464009_115602.html

    (2)      Véase en las páginas 28 y 29 del documento : EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUM (La alegría del Evangelio) DEL SANTO PADRE  FRANCISCO A LOS OBISPOS, A LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS, A LAS PERSONAS CONSAGRADAS Y A LOS FIELES LAICOS, SOBRE EL ANUNCIO DEL EVANGELIO EN EL MUNDO ACTUAL. El documento completo puede descargarse desde este enlace: http://www.aciprensa.com/Docum/evangeliigaudium.pdf

    (3)    La Teoría del derrame a la que alude el Papa en el inicio del párrafo 54 es el (en inglés: Trickle-down effect)… Concepto asumido por las teorías del crecimiento optimista de las décadas del ‘50 y ‘60, según la cual los frutos del crecimiento penetran en las capas más carenciadas a través de las fuerzas del mercado, en virtud de una mayor demanda de mano de obra y aumentos en la productividad y los salarios. […] “La estrategia económica de la década del 90 estuvo enmarcada en la ‘teoría del derrame’, es decir, en la idea de que el crecimiento automáticamente fluiría desde la cima de la pirámide social hacia abajo, sin necesidad de una intervención estatal a favor de una mejor distribución del ingreso. Con una importante dosis de tragedia, la historia demostró que el crecimiento económico, aún (habiendo sido) obtenido, no se transforma automáticamente en desarrollo social” (DINATALE, 2004, p.26). Véase en:  http://www.mdp.edu.ar/index.php?key=4993. Con más sencillez la imagen del derrame de agua de un vaso  se utiliza para señalar que los beneficios del sistema económico actual ―después de llenar el vaso, propiedad de las empresas― siguen cayendo sobre el mismo de manera que el agua, lleno ya el vaso, se va derramando y mojando a todo el tejido de los productores, que, aunque no son sus propietarios, se benefician con sus sobrantes.

    (4) Puede leerse también El vaso no rebosa, de ANTÓN COSTAS, publicado en: http://economia.elpais.com/economia/2013/11/22/actualidad/1385127660_176080.html

    Miguel Villarroya Martín, a  27 de noviembre  de 2013. (O peor, del  año 29 después de 1984)  / EpJ.064

    Es necesarios estar conectado para escribir un comentario Conectar