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    El dolor educa*

     En algunas ocasiones y siempre en gratos momentos he estado observando a los bebes en la sala de cuna de los hospitales…

     La sensación que provoca en mi tal acto: el observar de muy cerca de los bebés, pienso en perfección la del Creador; su cuerpecito, sus brazos y manos, su cara, todo en sí, hecho con una perfección de armonía increíble…

     Pero qué débiles son…

    ¿Y estos bebés hoy, serán los que dominen y gobiernen al mundo en un futuro, me pregunto?

    ¿Ellos serán la máxima autoridad?

    Se me antoja increíble. ¡Pero así será!

     El ser humano es débil, contingente, impreciso y perfectible.

    Tiene que conquistar su vida y su salud, al principio, débil y quebradiza.

    El que el ser humano el día de hoy tenga un promedio de vida de aproximadamente setenta y ocho años, no es más que una conquista ganada a pulso a través del tiempo.

    Su debilidad física, su contingencia, su estado de indefensión, son características normales desde el comienzo de su existencia.

     Para los que tomamos en cuenta todo lo anterior** e, inevitablemente, comparamos el ayer con el hoy del ser humano; es ni más ni menos la conquista de un gigante, que no lo era al nacer…

     Débil, enfermizo, mortal, y sin embargo, conquista su vida, la enriquece, la prolonga y, por qué no, hasta la disfruta y cumple cabalmente su papel de ser humano en beneficio finalmente de la misma creación.

    Somos discípulos del dolor, de la necesidad imperiosa que es consecuencia del vivir, nacimos débiles para llegar a ser fuertes, esa es la consigna. 

     Nissim Mansur T. / Nov.23/13./ mansurnissim@gmail.com

     * La frase El Dolor Educa es de Alberto Mansur, que fue mi padre y estaba enmarcada en su oficina.

    ** Se puede argumentar lo contrario ante las amenazas ocasionadas por el mismo ser humano…. consecuencias, sin duda, que serán conquistadas también.

     Nota de MVM: Nissim Mansur es colaborador, entre otros medios, de diariojudio.com, sitio de Internet en el que lo conocí por primera vez, hace un tiempo. Desde entonces tiene la cortesía de mandarme periódicamente sus «líneas de fuerza», que casi siempre me «obligan» a meditar en sus acertadas observaciones.

    Interesante cuestión la planteada: la educación del ser humano como consecuencia de las experiencias negativas que le ocurren. Pero existen también otras vías al conocimiento y si bien puede aceptarse que el dolor educa, pues casi siempre extraemos consecuencias del hecho doloroso, que nos mejoran y enseñan, debe advertirse que, sin embargo, no se educa con el dolor.

    Nissim, en su reflexión, solo habla del primer aspecto ―la educación del dolor (la que se deriva de los hechos dolorosos que nos suceden)―,  y en ello anda muy acertado, pues no hay mejores fuentes de conocimiento que las que pueden derivarse de las experiencias fracasadas y/o dolorosas. Pero el aspecto del que no trata: la educación con dolor merece un comentario, para separar bien ambos conceptos. Las experiencias de los campos de concentración soviético en Siberia sobre soldados alemanes presos en ellos, demuestra que la eficacia del dolor para la obtención de resultados es muy limitada.  Y ni siquiera en el caso extremo de la tortura, su eficacia es plena, por lo que debe de rechazarse no sólo moralmente, sino incluso desde el punto de vista de su utilidad, como método de aprendizaje. Recuérdese por ejemplo, el caso de Mucio Scévola, el hombre que venció al fuego, para tener que aceptar que incluso el dolor extremo puede ser vencido, en algunos casos, por el carácter y la virtud.

     Miguel Villarroya Martín, a 26 de noviembre de 2013 / LdF.069

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