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    Dulce sobre seda o palabras como lanzas

    Baltasar_Gracian_21772.jpg_1306973099Aforismo: 267. Palabras de seda, con suavidad de condición.“Atraviessan el cuerpo las jaras, pero las malas palabras el alma. Una buena pasta haze que huela bien la voca. Gran sutileza del vivir, saber vender el aire. Lo más se paga con palabras, y bastan ellas a desempeñar una impossibilidad. Negóciase en el aire con el aire, y alienta mucho el aliento soberano. Siempre se ha de llevar la voca llena de açúcar para confitar palabras, que saben bien a los mismos enemigos. Es el único medio para ser amable el ser apacible.”

    En este aforismo Gracián habla sobre el poder de nuestras palabras en la conciencia de los otros, de nuestros oyentes. Palabras con las que podemos herir el alma (la conciencia, la sensibilidad, la autoestima  del otro) con la misma gravedad que las lanzas (1) hieren al cuerpo;   o con las que, contrariamente, podemos hacer que al  escucharlas, hasta nuestros propios  enemigos  se sientan bien.

    Palabras como lanzas o palabras como elixires, ése el poder que manejamos al hablar con los otros. Depende de nuestra boca (2) el efecto que produzcamos en el oyente (3). Se nos hace notar que si las utilizamos bien ―si las confitamos (4)  bien― hasta los propios enemigos las recibirán,  sin que ellas los hieran o molesten innecesariamente. ¡Cuánto mejor las recibirán,  los que no sean enemigos nuestros¡

    Nótese el consejo que bien podrían adoptar hoy día nuestros comerciales: metafóricamente, «llevar siempre la boca llena de azúcar o de una pasta que haga nuestro aliento agradable». Así al menos, sus palabras no despertarían las objeciones de venta que a veces provocan expresiones torpes, descuidadas o innecesarias, por parte del comercial. Y su referencia al poder de la palabra, bien usadas se logra con ellas más que con cualquier otra cosa y, contrariamente, mal usadas pueden provocar daños irreversibles.

    Impagable es, para nosotros vendedores, su «saber vender el aire» como virtud a adoptar para una buena vida, que aunque no debe llevarse demasiado lejos  ―no se puede mentir al cliente―- nos habla de las otras capacidades y funcionalidades del lenguaje para convertir  a éste, en una auténtica herramienta de poder.

    Termina Gracián este aforismo diciendo que «el único medio para ser amable (5) es ser apacible» En nuestro caso, diríamos que el vendedor debe de ser apacible (6)  si quiere que el deseo de compra de sus clientes potenciales se dispare y progrese la venta.

    No olvide el lector este aforismo. Medite en él con frecuencia y reflexione en cómo usa su lenguaje cuando está frente al cliente potencial: ¿Son algunas de  sus palabras como lanzas? ¿Son el dulce aliento que impulsará con fuerza sus ventas?

     Notas:

    (1) La jara, un matorral  muy común en España, era un arbusto del que se extraían varas rectas, aguzadas y endurecidas al fuego, que se utilizaba en tiempos pasados como arma arrojadiza.)

    (2) De nuestro intelecto, al expresarse verbalmente.

    (3)  Hace poco en una reunión de padres de alumnos el director se refirió  a los padres que allí estábamos como «‘…a vosotros, que además de padres de alumnos sois también nuestros clientes…» El uso de la palabra «clientes» en ese contexto alteró a muchos de los padres allí  presentes y la reunión se agrió inmediatamente.

    (4) Confitar: cocer o  cubrir con un baño de azúcar las frutas y semillas para hacerlas más agradables al paladar. Son sus sinónimos palabras tales como: endulzar, suavizar, acaramelar, dulcificar, apaciguar, sosegar, calmar, atemperar, etc.

    (5)  Amable debe entenderse aquí tanto en su primera acepción : I.- se dice del que es complaciente , agradable y delicado  en el trato personal (es así un sinónimo de afable , complaciente, afectuoso, benévolo, cordial, tratable, etc.), como en su segunda : II.- digno de ser amado, es decir porque hago, digo y  soy  de una determinada forma, soy amado (aceptado, considerado, estimado) por los demás.

    (f) Cuando de alguien se dice que es apacible se está diciendo de él que es  tranquilo, sosegado, pacífico y agradable en la condición y el trato.

    Miguel Villarroya Martín, a  28 de septiembre de 2013 / FrS.002

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